sábado, 22 de noviembre de 2014

Gobierno boliviano se compromete con el agronegocio

Foto: Internet
Por GISAS Bolivia

Los pasados 4 y 5 de noviembre se realizó el seminario “Recientes transformaciones agrarias en Bolivia” realizado por la Fundación Tierra y contó con investigadores nacionales y extranjeros, funcionarios del gobierno y el dirigente de la CSUTCB Rodolfo Machaca.

Si bien los funcionarios públicos enfatizaron la vocación del gobierno acerca de la soberanía en las políticas agrarias, productivas, de precios, comerciales y todo lo referente a la cuestión de tierras, seguridad y soberanía alimentaria, los resultados preliminares de los investigadores apuntan a una política estatal comprometida con el agronegocio en un contexto de gran dominio internacional de las transnacionales de alimentos que refuerza la dependencia del Estado, consolida a la burguesía cruceña y pone en riesgo la seguridad alimentaria.

El profesor Henry Veltmeyer abrió el telón e hizo referencia a las políticas que tienen los Estados en América Latina respeto a la cuestión agraria donde no hay prácticamente diferencias entre los Estados llamados progresistas con los demás. Países como Bolivia y Ecuador mantienen las mismas posiciones que Chile o México en políticas extractivistas y desarrollistas ligadas al agronegocio que hoy se presenta en el mundo como la forma de capitalismo más voraz en la agricultura.

El agroextractivismo, una dinámica que se caracteriza por un proceso de acumulación donde la mayor parte de los beneficios están externalizados mientras que los enormes costos están internalizados, según el profesor, se basa en la explotación de los principales alimentos en el mundo (caña de azúcar, soya, ganadería) como commodities para ser adquiridos y procesados por las principales transnacionales de alimentos, semillas, fertilizantes, herbicidas y toda una gama de agrotóxicos que forman parte de la cadena productiva del agro a gran escala.

La forma contemporánea de dominación del capital mundial se caracteriza, a diferencia de la época del capitalismo industrial clásico, por una intensificación de la visión extractiva con una alta participación de la tecnología en detrimento de la mano de obra en la formación del producto social, esto hace que la “inversión de capital de estas empresas” excluya el trabajo humano y tenga un bajísimo impacto cuando ingresan a nuestros países, explica Veltmeyer.

A nuestro entender el análisisdescribe la intervención del capital imperialista en países como Bolivia y el impacto negativo que suele tener en la producción interna de alimentos y la desocupación de mano de obra en las zonas rurales que a su vez tiene impactos en la creación de fuerza de trabajo informal en grandes proporciones como sucede en nuestro país. La forma de producir del agronegocio, similar a industrias extractivas como la explotación de gas, se basa en la intensificación de capital constante (tecnología) y una bajísima intervención de capital variable (fuerza de trabajo), según el investigador Veltmeyer, que en la actualidad, esta mano de obra, apenas alcanza el 10% en la formación del producto.

Referente a las políticas aplicadas por los países en general ve dos modelos: la producción de alimentos para el mercado local y la agroindustria para el mercado externo. La producción interna estaría en manos de los campesinos y productores pequeños y la producción externa en manos de la agroindustria con el agronegocio, aunque estos, decimos aquí, como todos los procesos económicos no conviven armónicamente sino en constante lucha y contradicción, como muestran más adelante las investigaciones que se presentaron.

Los trabajos en el terreno

Los investigadores Enrique Castañón y Ben Mckay presentaron trabajos reveladores acerca de lo que sucede en el terreno. Por un lado mostraron el interés del gobierno de ampliar la frontera agrícola, una política en la que ha llevado la voz cantante el vicepresidente del Estado, planteando en resumen el usar el extractivismo para mejorar la alimentación y resolver las necesidades de los pequeños productores generando un desarrollo que permita una política no extractivista en el futuro; sin embargo las investigaciones muestran que lo que está ocurriendo es que los pequeños productores están entrando en crisis al no poder soportar el ritmo de la agroindustria, sólo unos pocos son los que pueden insertarse en la producción agroextractiva y crecen como campesinos ricos mientras que la mayoría comienza a endeudarse, a perder sus tierras y a vender su fuerza de trabajo.

Este “desarrollo” del que participan los pequeños productores consiste en que solo una parte de las comunidades agrarias participan de la producción de soya, mientras el resto alquila sus tierras a los grandes empresarios cruceños o, peor aún, sirven de aparceros (partidarios señalan los investigadores) en una relación más precaria que la aparcería en el ande porque trabajan por el 25% y no a mitades o tercias como ocurre en la zonas rurales altas.

Los investigadores plantean que el modelo excluye a los pequeños productores y que el fin del gobierno de ampliar la frontera agrícola en estas condiciones sólo sería realizable con la participación fundamental de la burguesía agraria cruceña y las grandes transnacionales de los alimentos que en el país se reducen a Monsanto,Cargil, Dreifus y Sygenta. En los hechos el modelo no resuelve el problema de los pequeños productores y por el contrario les genera crisis, empobrecimiento y migración, a la vez que pone en peligro la soberanía alimentaria del país.

Estas conclusiones no son exageradas pues los investigadores Miguel Urioste y Julio Prudencio mostraron con cifras oficiales que en los últimos cinco años lo que ha crecido es la producción agroindustrial en desmedro de la producción de alimentos tradicionales de la economía campesina. Urioste señaló que existe un proceso de descampesinización y a la vez una reagrarización debido a que se forman algunos enclaves de producción para la agroindustria, es decir, hay productores pequeños que participan de esta agroindustria y también existe un fuerte sector que deja de ser campesino para formar parte de las actividades comerciales informales en las ciudades.

Estos productores tienen un porcentaje bastante alto de producción para la agroindustria y muy bajo a los productos tradicionales como el caso de Cuatro Cañadas donde el 94% produce soya y solo un 6% productos para el consumo interno. Estos datos se contrastan con la investigación de Mckayque muestra que sólo un pequeño grupo de estos campesinos en Cuatro Cañadas participan efectivamente de la producción de soya, la mayoría está empobrecida, endeudada y trabajando de aparceros.

Las cifras presentadas por los investigadores revelaron el crecimiento de la producción de soya, caña de azúcar, sésamo y otros, frente a un casi nulo crecimiento de productos de alimentación interna. Productos como la papa por ejemplo ahora deben ser importados para satisfacer la demanda nacional. También los niveles de participación de los productores campesinos en la compras estatales son bastante reducidos, un 14% frente a un 86% cubierto por grandes y medianas empresas comercializadoras de alimentos que tienen contratos con el Estado, los análisis de casos concretos, como Yapacaní, refieren a que muchos de los productores campesinos componen su alimentación en base a productos principalmente comprados en el mercado y no de la producción propia tanto por la precariedad en la que se encuentran o porque han decidido monocultivar en función de la agroindustria.

El gobierno ha lanzado el objetivo de ampliar la frontera agrícola en un compromiso con los grandes empresarios cruceños, la producción de soya que creció un 500% durante el periodo neoliberal se apresta a un nuevo relanzamiento, sin embargo, la inversión anunciada por los empresarios, 3 mil millones de dólares por año, parece inalcanzable, no existe tanto dinero para hacer esta inversión, lo que supone que los protagonistas de este objetivo planteado por el gobierno en su Agenda Patriótica (para la soberanía alimentaria) van a ser las grandes transnacionales de los alimentos, paradójicamente.