viernes, 3 de julio de 2015

Pastoral Penitenciaria: el sistema carcelario destruye al privado de libertad, no lo rehabilita

Foto: Pastoral penitenciaria
El sistema penitenciario en el país, por la forma como se configura, constituye un problema social relacionado con la vulneración a los derechos humanos, acceso a la justicia y la reinserción social, que destruye al privado de libertad, contraria a su función de rehabilitación, señaló la abogada de la Pastoral Penitenciaria, Jannet Bailey.


“Disminuye y destruye a los privados de libertad en todo sentido, la autoestima es la más baja, se sienten tan impotentes de, incluso, hasta probar su inocencia”, manifestó la jurista a ANF.

Bailey indicó que si bien una persona que ha cometido un delito tiene que pagar una pena, debe hacerlo en las condiciones humanas mínima. “Sin embargo, se le priva la libertad y encima bajo condiciones infrahumanas (de encarcelamiento)”, manifestó.

Un privado de libertad debe afrontar dentro de un recinto penitenciario problemas de salud, educación, alimentación, seguridad, sicológicos, entre otros. “Está expuesto a ser víctima de absolutamente todo. Nadie le garantiza su integridad física en un penal, incluso puede ser víctima de bandas organizadas”, advirtió.

Una encuesta de percepción realizada por la Pastoral a los internos del penal de San Pedro de La Paz arrojó que ellos conceptualizan la cárcel como: “el lugar donde te echan a perder”, “donde la situación humana empeora”, “un hospital para locos” y “la escuela de la delincuencia”.

Esta situación se agrava por el elevado grado de hacinamiento que existe en las cárceles y donde un 84% de los detenidos cumplen prisión sin condena. Bolivia continúa siendo el país con mayor detención preventiva en la región y segundo en el mundo después de Libia.

La jurista agregó que hablar de rehabilitación y de reinserción a la sociedad “en las actuales condiciones en que viven los privados de libertad es definitivamente imposible”.

Solo buenas intenciones

Bailey indicó que de parte del gobierno solo existen buenas intenciones, ya que ninguna política aplicada, como el de los indultos, generó un cambio sustancial para liberar a las cárceles del hacinamiento.

“Si bien ha habido el tema del indulto (…), pero en los mismos decretos existen una serie de requisitos y son las cédulas de identidad que muchos de los privados de libertad no tienen y por eso no pueden acceder a ese beneficio”, apuntó.

Sin embargo, no solo el privado de libertad lleva consigo “la pesada cruz” de la detención, sino que en ese camino sus familiares “son los que más sufren”.

Indicó que las secuelas que dejan las cárceles en los internos son “a todo nivel” y por ese motivo muchos reinciden en el delito.

“Sale el privado de libertad sin norte y llega a volver a cometer delito porque no tiene ni trabajo ni qué comer, ha perdido su familia, ha perdido todo, entonces es una realidad terrible”, apuntó.

Explicó que sobre esta realidad se cierne la estigmatización de la sociedad y los medios de comunicación. “Hay diferentes personas privadas de libertad que hasta son inocentes, sin embargo se los estigmatiza y los condenan directamente sin que haya terminado su proceso y todo aquello. Entonces el privado de libertad se siente condenado hasta por la sociedad y no solo por la justicia”, manifestó.